Aunque ya hemos tocado en ‘A fondo’ temas puntuales relacionados con la nutrición, como la higiene dental, el aceite de oliva y la salud cardiovascular y colesterol y corazón, en este reportaje abordamos el problema de forma global, contemplando todos sus aspectos.
Problemas fisiológicos
Para finalizar, queremos recordar que los niños con cardiopatías congénitas son más propensos a sufrir caries que el resto de la población, por lo que es especialmente importante inculcarles hábitos de higiene dental desde muy pequeños.
Todos estos problemas podrían solucionarse si se corrigiese quirúrgicamente la cardiopatía, pero muchas afecciones no pueden solucionarse con una única intervención, por lo que el niño tiene que convivir con ella durante varios años de su vida.
Problemas de desnutrición y crecimiento
Los padres suelen pesar y medir a sus hijos en casa o en la farmacia, pero en casos de niños con cardiopatía congénita es recomendable que sea el pediatra, el cardiólogo pediátrico u otro personal sanitario cualificado quien lleve el control del peso y la talla del bebé.
Alimentación del bebé: pecho, biberón y sonda nasogástrica
La primera opción es la más natural y recomendable, ya que cumple otras funciones como la creación de vínculos afectivos entre madre e hijo o el refuerzo del sistema inmunológico del lactante. Además, para el bebé es mucho más fácil tomar el pecho que el biberón.
Si el bebé es operado justo después de nacer, la madre tendrá que sacarse leche artificialmente durante las primeras 24 horas para garantizar el suministro más adelante y evitar que los pechos dejen de producirla.
Algunos bebés que padecen cardiopatías congénitas necesitan una alimentación complementaria mediante sonda nasogástrica. La sonda es un tubo que se introduce en la nariz y llega hasta el estómago. Si el niño necesita alimentación complementaria durante mucho tiempo, se puede utilizar una sonda gástrica conectada quirúrgicamente a su estómago o un tubo de jejunostomía, unido también quirúrgicamente, pero directamente al intestino.
Aunque el bebé se alimente por sonda, es importante no suspender la alimentación por vía oral, ya que el niño debe habituarse a las diferentes texturas y sabores, además de desarrollar su actividad motora oral. En caso contrario, es probable que el niño pierda el interés por la alimentación.
Toma de la medicación
biberones.
Si el bebé vomita, no se le debe volver a suministrar la medicina de nuevo, ya que se desconoce qué cantidad de la dosis ha podido haber absorbido. Una sobredosis de un medicamento como la digoxina puede resultar tóxica para el bebé. Es más prudente espera hasta la siguiente toma. En caso de que esto ocurra reiteradamente, hay que hacérselo saber al cardiólogo para que reajuste la medicación.
Problemas psicológicos de los padres
Se supone que amamantar a un bebé es un momento de armonía y felicidad. Sin embargo, si al niño le cuesta comer o se niega a hacerlo, los padres pueden sentirse frustrados. Además, la preocupación por la supervivencia de su hijo genera mucha ansiedad. Los padres pueden sentirse rechazados por su hijo o pueden pensar que no le gusta su comida, sintiéndose apenados, culpables y malos padres.
El problema puede agravarse si, con el paso del tiempo y debido al cansancio, el estrés, la inseguridad y la falta de apoyo emocional, estos sentimientos dan un giro y hacen que los padres lleguen a sentir repulsión, e incluso desprecio hacia su hijo porque se niega a comer.
El apoyo de un psicólogo experto en esta materia puede ser de gran ayuda en estos casos para evitar llegar a estos extremos.
Bibliografía
– Nutrición, desnutrición y problemas de alimentación
Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap)
– Lactancia artificial y biberón
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