En este sentido, el paciente asegura que, cuando le propusieron esta opción terapéutica, se decidió enseguida. "Al informarme de que la intervención para implantarme el desfibrilador no suponía un riesgo gracias a su localización subcutánea, acepté la alternativa. Con ese desfibrilador iba a evitar que me pudiera ocurrir un infarto, además de los pequeños desmayos que había tenido en un par de ocasiones anteriores, episodios de pérdida de consciencia, que podían ser debido a arritmias. La verdad es que ahora vivo más tranquilo", ha señalado De la Torre.
Respecto a la intervención, el paciente ha asegurado que no sintió miedo alguno. "Si no hubiese sido subcutáneo y hubiese sido necesario llegar hasta el corazón, no hubiese accedido, porque no quería volver a pasar por un quirófano. La intervención fue tan leve que para el implante del desfibrilador no necesité más que una ligera sedación", ha precisado.
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El nuevo dispositivo, al ser subcutáneo, ofrece mayor facilidad para los cambios de materiales que sean precisos. "Evita entrar de nuevo en la vena y acceder al corazón, lo que favorece asimismo su implante en aquellos pacientes con patologías que ofrecen un riesgo bajo de arritmias. De este modo, se evitan los inconvenientes y los riesgos de tener que acceder hasta el corazón", ha señalado este experto.
El tiempo necesario para este procedimiento es similar al que se precisa para el convencional y se sitúa en torno a una hora. No es necesaria anestesia general, puede colocarse asimismo mediante sedación y el ingreso hospitalario es de 24 horas. En todos los tipos de desfibriladores es necesario realizar un cambio de batería, normalmente, cada 5 a 8 años.
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