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Valvuloplastia, una técnica menos invasiva para el tratamiento de las cardiopatías congénitas

Cuando una familia recibe el diagnóstico de cardiopatía congénita en su hijo o hija, una de las primeras preguntas que surgen es: “¿Qué tratamientos existen? ¿Hay que operar? ¿Será algo para toda la vida?”. Es normal sentir vértigo, miedo e incertidumbre. La buena noticia es que la medicina avanza cada día, y existen tratamientos que, sin ser siempre curativos, permiten mejorar la calidad de vida, aliviar síntomas y evitar intervenciones más invasivas. Uno de estos tratamientos es la valvuloplastia.
Cuando hablamos de cardiopatías congénitas, solemos centrarnos en malformaciones que afectan al desarrollo del corazón desde antes del nacimiento. Dentro de ese gran abanico de anomalías, uno de los problemas más frecuentes está relacionado con las válvulas cardíacas, esas «puertas» que regulan el paso de la sangre entre las distintas cavidades del corazón y hacia el resto del cuerpo.
En algunos casos, estas válvulas están estrechadas (lo que llamamos estenosis) y no permiten que la sangre fluya con normalidad. Es ahí donde entra en juego la valvuloplastia, una técnica que, aunque suene compleja, ha supuesto un gran avance para muchos pacientes.
¿Qué es exactamente una valvuloplastia?
La valvuloplastia es un procedimiento mínimamente invasivo que se utiliza para ensanchar una válvula cardíaca estrechada. En lugar de recurrir a una operación quirúrgica abierta, se realiza a través de un cateterismo: un tubo largo y delgado que se introduce normalmente por una vena de la pierna (a través de la ingle) y se guía hasta el corazón.
Una vez en la válvula afectada, se infla un pequeño balón en la punta del catéter para dilatar la válvula, permitiendo así un mejor flujo de sangre. De ahí que también se conozca como valvuloplastia con balón.
Aunque cada caso es distinto, el procedimiento suele seguir unos pasos similares. Se lleva a cabo en el área de hemodinámica, bajo sedación o anestesia general, especialmente en niños y niñas pequeñas. El procedimiento suele durar entre 1 y 2 horas, y en muchos casos, el paciente puede volver a casa al día siguiente si todo ha ido bien. Al ser mínimamente invasivo, la recuperación suele ser rápida y con pocas molestias.

Como todo procedimiento médico, la valvuloplastia no está exenta de riesgos. Puede haber complicaciones como:
- Sangrados o hematomas en el punto de entrada del catéter.
- Arritmias transitorias.
- Muy raramente, puede haber una pequeña perforación en algún vaso o cavidad del corazón.
- En ocasiones, la válvula puede quedar insuficiente, es decir, que no cierre bien después de la dilatación.
Por eso, la decisión de realizarla siempre se toma de manera individualizada, evaluando riesgos y beneficios. En centros especializados en cardiología infantil y congénita, la valvuloplastia es una técnica segura y con alta tasa de éxito.
¿En qué cardiopatías congénitas suele aplicarse la valvuloplastia?
Este procedimiento se puede aplicar tanto en personas adultas como en menores, pero tiene un papel muy especial en el tratamiento de determinadas cardiopatías congénitas, donde el problema valvular está presente desde el nacimiento. Esta técnica es especialmente útil en casos como:
- Estenosis pulmonar congénita: afecta a la válvula pulmonar, que regula el paso de sangre del corazón hacia los pulmones. Cuando esta válvula está estrechada, el ventrículo derecho tiene que hacer un esfuerzo mayor, lo que puede causar fatiga, soplos o dificultad para crecer.
- Estenosis aórtica congénita: afecta a la válvula aórtica, encargada de dejar pasar la sangre desde el corazón hacia el resto del cuerpo. Aunque es menos común que la estenosis pulmonar en bebés, también puede requerir intervención precoz.
En ambas anomalías, si el estrechamiento es moderado o grave y genera síntomas o signos de sobrecarga cardíaca, la valvuloplastia suele ser la primera opción terapéutica antes de plantear una cirugía.
Según la Asociación Española de Pediatría, en muchos niños y niñas con este tipo de estenosis valvulares, la valvuloplastia es el tratamiento de elección, sobre todo cuando la estrechez es significativa y empieza a provocar síntomas o afecta al funcionamiento del corazón.
Esta técnica también suele aplicarse en otros casos menos frecuentes de afectación valvular congénita, como la estenosis mitral y la válvula tricúspide.

¿Cura la valvuloplastia la cardiopatía congénita?
No, no la cura, pero mejora notablemente la calidad de vida. En muchos casos, permite que el corazón funcione mejor, que el niño o niña crezca con menos limitaciones y que se retrase o evite la necesidad de una cirugía más compleja.
Además, es un paso importante dentro del seguimiento a largo plazo que requieren las personas con cardiopatías congénitas. Porque estas condiciones no se solucionan de forma definitiva con un solo procedimiento. Requieren un abordaje integral, seguimiento regular y, a veces, más de una intervención a lo largo de la vida.
La valvuloplastia tiene varias ventajas:
- Menor riesgo y menor tiempo de recuperación al no requerir apertura del tórax ni circulación extracorpórea.
- Puede repetirse si es necesario.
- En algunos casos, evita la necesidad de cirugía a edades tempranas.
- Suele permitir una reincorporación rápida a la vida diaria, incluyendo escuela y actividad física con los límites que indique el equipo médico.
La valvuloplastia es una intervención segura y eficaz que ha mejorado la vida de muchos niños y niñas con cardiopatías congénitas. Aunque no siempre evita la cirugía, en muchos casos permite ganar tiempo, reducir riesgos y mejorar la función del corazón.
Fuentes información:
- Mayo Clinic
- Clínica Universidad de Navarra

Sobre el Autor: Asociación Corazón y Vida
Corazón y Vida es una asociación sin ánimo de lucro que trabaja por mejorar las situación de las personas con cardiopatías congénitas.
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